BARRAGÁN I, ‘mozo, hombre joven’, ‘esforzado, valiente’, barragana ‘manceba’, ‘mujer morganática’ origen incierto, quizá germánico.
1.ª doc.: Cid; ya antes sale como nombre propio de persona en el derivado patronímico Tellu Barrakaniz, h. 1030, doc. de Aranda de Duero, M. P., Oríg. 39.
El Poema del Cid escribe varragán con v-, pero los demás textos medievales, desde los más antiguos hasta Nebr., tienen b-.
El masculino, hoy anticuado, se conserva sin embargo en dialectos: salm., ast. barragán ‘mozo soltero y cortejador’ (Rato), judesp. de Marruecos ‘atleta, guerrero, hombre de grandes fuerzas y de reconocido valor’ (BRAE XIV, 576). Fundándose en la gran popularidad del vocablo entre los sefardíes, Wagner, VKR IV, 238-9, deriva de él el judío alemán barjen, berje, ‘héroe’, barje ‘persona distinguida’. Comp. HARAGÁN.
DERIV.
Barraganete ‘madero vertical para subir la obra de la nave’ [1609]. Barraganía (V. arriba). Abarraganarse [S. XVI; abarraganado en Nebr.].
1 Puede eliminarse sin examen, por razones fonéticas, el ár. bâliġ ‘adulto, púber’, propuesto por Eguílaz, y por Brüch, WS VII, 171. La idea de éste, de que -án represente la terminación del acusativo indefinido árabe, es absurda, puesto que esta terminación del árabe arcaico y literal desapareció sin huellas en hispano-árabe y no aparece en uno solo de los arabismos romances. En cuanto a barākâȐ ‘sangre fría en el combate’, que Eguílaz propone para barragán ‘valiente’, además de que obliga a una separación etimológica imposible entre las dos acs. de la voz castellana, no es aquélla palabra conocida del hispano-árabe o del árabe magrebí (falta Dozy, R. Martí, etc.) ni pertenece tampoco al idioma clásico corriente.― ↩
2 Los sufijos diminutivos en -k están representados en el texto gótico de Úlfilas por ahaks. V. otros ejs. en Kluge, Urgerm., § 263. Pero especialmente son numerosos los diminutivos-hipocorísticos masculinos en -KA, -KANS, en la onomástica gótica: recuerdo EGIKA, ENNIKA, BERHTIKA, RAGINKA, como documentados en gótico o en dialectos hermanos. Para más ejs., vid. Förstemann, col. 198. Un sufijo hipocorístico era muy apropiado para designar un hombre joven, y más siendo así que pronto se aplicó como verdadero nombre propio de persona (Tellu Barrakaniz). La -RR- podría también ser debida a una reduplicación hipocorística, como en Ennika (Aebischer, AORBB I, 36), Enniko (> Íñigo, arag. Ennecones). Puede tratarse de un nombre común formado según el modelo de los nombres propios de persona, como los franceses en -ard (couard, vantard) o en -aud (badaud, salaud), el ingl. simpleton (imitado de nombres como Littleton, Netherton, Hamilton, etc.), los alem. Buckelinski, Buckelomini, Buckolini (citados por Kluge, s. v. buckelorum). A los casos de apelativo con valor casi de apodo, y formados con un sufijo de nombre propio, agreguése el lat. sterteia ‘mujer roncadora’, en Petronio, 75.9. El olor a voz popular y rudamente elogiosa que exhala barragán en los antiguos textos castellanos, no sería impropio de una formación pintoresca de este tipo. Para un caso comparable en otra palabra de origen gótico, vid. GAVILÁN.― ↩
3 Aunque el significado básico de barragán sea ‘hombre joven’, la idea de aptitud para la lucha está también desde el principio: cuando Pedro Bermúdez dice a Fernando de Carrión «eres fermoso, mas mal varragán» (v. 3327), claro que esto no puede traducirse ‘mal muchacho’, sino ‘mal combatiente, cobarde’. Nótese la fecha temprana de barraganía ‘valentía’.― ↩
4 Barregan es frecuente en la Crón. Troyana en gallego del S. XIV, y el femenino barregã, -gan, ‘concubina’, sale muchas veces en los Libros de Linhagens de la misma centuria (PMH, Scriptores I, 177, 377 y passim; barragan, p. 277, es más raro). Barragan, -am, como nombre propio de hombre en docs. de 1085 y 1220, Barrega (¿por -gã) con el mismo valor en 1220 (CortesƟo, Onomástico); «quatro fillos, mays for? de barregãa» «o fillo de barregãa n? deve herdar» Gral. Est. 167.19, 219.13.― ↩
5 Otras etimologías propuestas pueden descartarse sin vacilación. *PALLACANA ‘concubina’, derivado del gr. παλλαχκƲ íd. (Cornu) es imposible fonéticamente y parte de un significado secundario. Diez, 431, ya reconoce que su idea de identificar con BARRAGÁN II, por lo fuerte de esta tela, sería sin precedente semántico. Sainéan (Sources Indig. I, 190; ZRPh. XXX, 567) quiere identificar con barraco ‘verraco’, de donde ‘valiente’ y por otra parte ‘mujer viciosa’ (como en gr. κάπραινα ‘hembra del jabalí’, que toma también esta ac.), pero esto no explica la -g- ni el característico -án, y es prescindir de la ac. primitiva ‘hombre joven’. Nadie querrá creer en el étimo *VERRICANUS, derivado de VERRES ‘verraco’, que supone GdDD 7106a tomara el sentido de ‘amancebado’ ―prescindiendo de la ac. básica y antigua ‘joven’, ‘valiente’―, aun si existen realmente formas portuguesas en be-, lo cual afirma sin documentarlas (a no ser por medio de un libro tan inexacto como Viterbo), pues aunque existan, significan muy poco, tratándose de un idioma de vocalismo tan lábil como el portugués. ↩